Fez فاس

Mi primera visita a Fez fue hace ya unos años, de pasada, en un viaje en coche por diferentes ciudades de Marruecos, en pleno agosto. Llegamos allí por una carretera nacional del interior que viene desde Tánger. El camino fue pesado por las altas temperaturas y llegamos a la ciudad más que cansados. Encontrar el hotel que habíamos reservado fue una odisea y el resultado fue nefasto, por lo que acabamos en un 5 estrellas que se encuentra en lo alto de la colina, el hotel Merenides. Desde su terraza se puede ver todo Fez y escuchar la llamada a la oración de todas las mezquitas. El atardecer allí es espectacular. Se puede ir tan solo a tomar un té y ver ponerse el sol, hace que se te olviden los males.

En aquella ocasión, por el calor y el poco tiempo me dio la sensación de que no vi nada de la ciudad, y me fui agobiada a seguir mi camino. La siguiente visita fue hace algo más de un año, el destino caprichoso, como siempre, me acabó llevando allí a estudiar un curso de árabe de una semana. El fin de semana de antes cogimos un vuelo de bajo coste directo desde Barcelona. En un par de horas te plantas allí, el aeropuerto de Fez es bastante pequeño, en la salida encuentras un montón de taxis esperando para llevarte a la ciudad por el módico precio de 120 dirham, que vienen a ser aproximadamente unos 12 euros. Es buena idea preguntar el precio antes, pero esta es una tarifa fija oficial. También es buena idea quedarte con el teléfono del taxista ya que lo puedes necesitar para volver al aeropuerto o para hacer algún trayecto o excursión. Piensa que la vuelta al aeropuerto en un taxi pequeño de la ciudad te puede costar bastante más caro.

Si tu hotel está en la ciudad nueva el taxi te dejará directamente en la puerta, pero si has escogido un riad en la medina (ciudad antigua), llegar no será tan fácil. El centro histórico de Fez es todo peatonal, tan solo circulan por él algunas motos, burros y caballos. Por eso, el taxista te dejará en una de las puertas de entrada de la medina donde quizás encuentres personas con carritos que conocen las callejuelas de la ciudad y te acompañan al hotel llevando tus maletas. Este servicio no tiene un precio fijo, es bueno siempre preguntar el precio antes para no tener luego que discutir. Aventurarse solo por las calles de la medina sin conocerla es bastante arriesgado simplemente porque no hay señales ni carteles con los nombres de las calles y los hoteles suelen están en callejones retorcidos. Una buena opción también es contratar el servicio de transfer del hotel que te recoge en el aeropuerto y te lleva hasta el mismo hotel. Es más caro pero vas a lo seguro. Debes aprovechar para buscar puntos de referencia y acordarte del camino para cuando salgas por ahí a curiosear.

La medina de Fez consiste en dos calles principales que hacen bastante pendiente y un montón de callejones en los que es bastante difícil orientarse. Si te pierdes puedes preguntar, pero piensa que hay gente que por indicarte o acompañarte te pedirá dinero. En cuanto te pierdes una vez, luego ya te orientas bastante fácil. Procura llevar calzado cómodo y no cargues mucho la mochila por las subidas. Estas dos calles en pendiente se llaman Tala'a Saguira y Tala'a Kabira. Ambas van a parar a Bab boujaloud (importante punto de referencia), una de las puertas más grandes de la ciudad, pero cada una por un lado de la calle. En esa zona hay un montón de restaurantes que están muy bien de precio y en los que puedes probar la comida tradicional fesí, sentada observando a la gente pasar, los vendedores, los músicos, los turistas despistados... Cualquiera de los restaurantes es buena opción, por ejemplo Chez Rachid, su Pastela está riquísima y está justo en frente de una pastelería muy importantea allí mismo, donde puedes comprar unos dulces deliciosos.

Dentro de la medina se pueden visitar alguna madrasa y museos. La entrada a las mezquitas no está permitida para lo no musulmanes. Lo que uno no se puede perder en Fez es la visita a las curtidurías, los lugares donde se secan y tiñen las pieles. Allí puedes tomar la típica foto que sale en todas las guías, de las tinajas de colores donde tiñen la piel. La foto es bonita, pero cuando estás  allí y ves como trabaja la gente, metida hasta la cintura en cal y tintes... la verdad, se te encoge el estómago. Es un trabajo muy valorado allí, una artesanía, pero las condiciones de seguridad y salud son pésimas y si lo miras desde la perspectiva humanitaria deja mucho que desear. La verdad es que cuando luego te ofrecen las piezas hechas con esa piel, cuesta no pensar en aquel señor que se pasa las horas deslomado para que tu te lleves tu artículo bueno, bonito y barato.

 Pasa lo mismo con las alfombras, puedes visitar cooperativas y escuelas donde ver cómo tejen las alfombras, la artesanía tiene su lado bonito, pero luego te pones a preguntar a la señora cuantas horas al día trabaja y ella no habla, sólo sonríe. La verdad, compré mi alfombra y luego pensé en si realmente estaba haciéndole un favor o no a aquella señora o tan solo al dueño del lugar.


Saliendo de las murallas de la medina puedes visitar unos preciosos jardines, ver el palacio real por fuera, por supuesto. Y pasear por la avenida Hassan II o Mohamed V, grandes vías de circulación, llenas de tiendas, cafés y gente a todas horas del día. Cerca de la oficina de correos puedes encontrar una serie de restaurantes de comida popular y a muy buen precio. También puedes tomarte un té verde con hierbabuena o un rico zumo de naranja y ver a la gente pasar, mientras te conectas al wi-fi del que disponen casi todos los locales. Pides el mote code o password al camarero y te lo da con una sonrisa. Así puedes compartir tus fotos y vivencias casi al minuto.

Si lees en árabe, hay pequeñas librerías y quioscos donde comprar libros muy muy baratos. Por algo Fez es capital cultural de Marruecos y referente en el mundo árabe, ya que allí se construyó la primera universidad de África que empezó siendo una mezquita y que aún existe Al qarawiin. Su nombre es debido a que su fundadora Fatima al Fahri era una tunecina de la ciudad de Qairawan.
Los habitantes de Fez son amables, simpáticos y hospitalarios, como casi todos los árabes. Aunque tienen fama de más cerrados que la gente de la costa, tengo que decir que mi experiencia con ellos es realmente buena. Y cuando te oyen hablar en árabe, ya son todo tuyos. No te extrañes si vas por la calle y alguien se pone a caminar a tu lado para entablar conversación. Además encontrarás mucha gente que habla español, además de francés e inglés.



Un fin de semana es suficiente para conocer Fez, si tienes más tiempo puedes hacer salidas desde allí a otras ciudades como Meknes, las ruinas romanas de Volubilis, o hacer una escapada a las montañas del Atlas que atraviesan el país cambiando espectacularmente el paisaje.



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